Bendita paciencia la que rogamos todas las madres cada tarde cuando recogemos a los niños del cole. Bendita paciencia que si no la trabajamos, es posible que igual que llegue, se marche.
La paciencia. El enemigo de «la inmediatez»
En una sociedad en la que lo inmediato es la norma, exigimos a los niños que tengan calma. Como si fuera a poseerles el espíritu de la tranquilidad cada vez que les repetimos «ten paciencia». Como si fuera tan fácil…
Parte de la culpa lo tienen los aparatos con luces (móviles, televisión, tabletas, …). Se les aprieta un botón y ya están empantallados. Quieren ver algo y lo quieren ahora. Eso lo trasladan a los otros ámbitos de su vida.
Que tenemos que controlar las pantallas a los niños lo tenemos bien claro, pero de ahí a que sean la causa de todos los males, es muy diferente.
Los niños son ansiosos. Quieren que les des las cosas ya, que les ayudes cuanto antes, que se lo compres inmediatamente … igual que lo quieres tú.
La era de la inmediatez ha llegado para quedarse y nosotros los adultos somos muchas veces los primeros que lo queremos todo y lo queremos ya. ¿O no resoplamos cuando vemos que en la cola del supermercado hay más de tres personas esperando? ¿O ya ni valoramos cuando ya no tenemos que esperar una semana para ver el siguiente capítulo de esa serie de Netfix y podemos ver toda la temporada del tirón? ¿O cuando a la niña le ha salido un granito, no pedimos cita en el ambulatorio y nos vamos del tirón a urgencias?
Y eso que no hemos hablado del mini ordenador que llevamos con nosotros a todos lados. ¿Quieres unos billetes de tren? Click, click, click. Billetes comprados. ¿Que tienes dudas sobre el ejercicio de historia de tu hijo? Click, click, click. Aquí tienes la respuesta. Así en todo.
En fin, muy pacientes los adultos tampoco es que seamos. Entonces, ¿cómo queremos que lo sean nuestros hijos?
Trabaja tu paciencia
La paciencia, como otras virtudes, la puedes conseguir a base de trabajarla poco a poco. Vuestros hijos también la conseguirán si la trabajáis en casa.
No lo olvides. Los niños aprenden los que ven, no lo que decís. Si vosotros no sois pacientes, ellos tampoco lo podrán ser.
Así que la próxima vez que estés en la playa haciendo la cola para lavarte en las duchas, no maldigas a nadie y ten paciencia. Aunque estés lleno de arena y bajo un sol de justicias, no te quejes. Cuando estés en el atasco, ten paciencia. Cuando tu hijo esté abrochándose la cremallera del abrigo con psicomotricidad casi nula, ten paciencia. No lo hagas por él. No tengas prisa, él necesita su tiempo. Serán en esos detalles en los que aprenderá a tener paciencia.

Cómo trabajar la paciencia en casa
- Recuerda que los niños pequeños van más despacio. Si tienes prisa por llegar a un sitio organiza tu salida con suficiente antelación. De lo contrario irás achuchándoles para llegar a la hora y genera ansiedad.
- Los juegos de mesa son buenísimos para trabajar la paciencia. Hasta el más sencillo de los juegos les ayuda. El parchís, por ejemplo, les enseña a respetar los turnos y a esperar a que te vuelva a tocar.
- Hacer manualidades, puzzles, colorear un dibujo por números, hacer pulseras de hilo, etc. Todas estas actividades les ayudan mantener la concentración y la paciencia.
- Mételos en la cocina. Una receta básica de un bizcocho les ayudará a aprender a tener paciencia. Los ingredientes se deben mezclar de una manera determinada para que salga bien la receta. Por mucho que queramos acelerar el proceso, la cocina lleva su tiempo. La masa deberá estar un tiempo en el horno y habrá que esperar un tiempo de enfriado para podérselo comer.
- Apaga la tele y ten una casa tranquila. Una casa con murmullo constante no ayuda mucho. Enséñales a tus hijos que en cada momento se hace una actividad concreta. Cuando queráis ver la tele, os sentáis a verla en el sofá. Cuando empecéis otra actividad, apagadla.
- Enséñales a esperar. A veces es tan sencillo como esperar los tiempos. Si la cena es dentro de media hora, ahora no se come, hay que esperar. Si la semana que viene es su cumpleaños, hoy no se abre el regalo. Habrá que abrirlo el día de su cumple.
Si trabajáis en familia la virtud de la paciencia les estaréis haciendo a vuestros hijos un gran regalo. Recuerda la frase de Benjamin Franklin: El que puede tener paciencia, puede tener lo que quiera.
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