Querída hija. Hoy celebramos el día de la mujer y aunque no lo creas es un día muy importante para nosotras.
Los días señalados que normalmente celebramos están unidos a ser una fiesta consumista como el día del padre, de la madre, el día de los enamorados, … Pero este no, este es un día en el que nos alienta a seguir luchando y a no olvidarnos que aún hay mucho que hacer por las mujeres.
Bueno, quizá aún no lo entiendas, pero poco a poco conforme vayas creciendo te darás cuenta de las diferencias que tiene ser hombre o mujer hoy en día, y eso que vivimos en un país relativamente desarrollado.
Tú aún no lo entiendes porque en casa te educamos de la misma manera que a tu hermano. Los dos ponéis la mesa y la recogéis, los dos guardáis los juguetes y los dos arregláis vuestra ropa. Los dos habéis elegido con qué queríais jugar, sin etiquetar que las cocinitas son para niñas y los coches para niños.
Tú aún no lo entiendes porque sólo piensas en jugar y en qué serás cuando seas mayor. Algunos días quieres ser pintora, otros bailarina, y otros curar a otros niños. Lo que no sabes es que la mayoría de las veces te pagarán menos a ti por ser mujer que a tu compañero teniendo los mismos méritos y estando igual de cualificados.
Cuando crezcas verás que el resto de las sociedad sí pone etiquetas.
Te juzgarán si bebes más de la cuenta, si vas vestida de una manera determinada, si llegas tarde a casa. Si estás gorda, demasiado delgada, si vas desaliñada o arreglada, si llevas tacones y te maquillas o si llevas zapatillas y vas con la cara lavada. Y te darás cuenta que a los hombre no se les juzga por estas cosas.
Te juzgarán si quieres tener hijos pronto, o si no los quieres tener. Si llegas tarde a casa por una reunión del trabajo o si decides posponer tu carrera para cuidar a tus hijos. Te criticarán si eres buena cocinera y haces tú la comida a diario, o si odias los fogones y no sabes hacer un huevo frito. Y te darás cuenta que a los hombre no se les juzga por esas cosas.
Te darás cuenta de que la mujer está expuesta a críticas continuamente y los hombre no. Que a las mujeres llevan un lastre de perfección en todo. Que se espera de ellas que estén depiladas, delgadas y divinas. Que seamos mujeres cultas y de éxito, pero que también nos encargamos de nuestros hijos.
Y ahora te voy a contar un secreto: No somos perfectas, somos mujeres.
Decide tu vida y confía en ti
Tú decidiras cómo quieres enfocar tu vida, qué estudiar. Si quieres dedicarte a tus hijos en casa o prefieres llevarlos a la guardería y volver al trabajo.
Tú decidirás si el tiempo libre que te queda lo dedicas al gimnasio o a estar tirada en el sofá con tu familia.
Tu decidirás si quieres tener familia numerosa o tener hijos a los 40. Porque cualquiera de estas opciones es válida.
Si decides trabajar en casa, habrá momento en los que estés agotada de estar con los niños y pensarás que has tirado todos tus años de estudio a la basura.
Si continuas con tu trabajo, habrá momentos que pensarás que eres una mala madre por no acompañar a tus hijos en sus primeros años. Pero no es así, no hay una elección mejor que otra.
No hay un tipo de madre mejor que otro, aunque la sociedad trate de imponérnoslo.
Sólo hay una clave. Todas las decisiones que tomes en tu vida, todas las cosas que hagas, hazlas con pasión.
Porque la vida de las mujeres ya tiene dificultades de por sí para que tú misma te cuestiones y no confíes en ti.