Cuando tienes un bebé en casa, aunque es muy cansado porque depende absolutamente de ti, también tiene una gran ventaja. Donde lo pones, ahí se queda.

Lo coges en brazos, lo sientas en el carrito, lo pones en el suelo a jugar, lo paseas, … él apenas hace nada por voluntad propia.

Pero el bebé crece. Se va dando cuenta de que es capaz de hacer muchas cosas e irá investigando. Y conforme vaya creciendo el niño empezará a tener su propio criterio y forma propia de ver las cosas. Muchas veces no será la correcta y lo más probable es que en esos fallos sufra de forma natural las consecuencias de sus acciones.

Pero vamos a empezar desde el principio. Una consecuencia natural es aquella que resulta de una acción. Por ejemplo: Si empujó a un amigo, éste estará enfadado y no querrá jugar con él. O si no fue cuidadoso y rompió su juguete, se quedará con el juguete roto o lo tendrá que arreglar.

Los adultos queremos que se hagan las cosas de cierta manera, a nuestra manera generalmente. En ocasiones, como el adulto no sabe ceder, no dejamos que el niño se equivoque y aprenda. Creemos, con nuestro criterio, que algo «es mejor para ellos». Creemos que si ellos hacen las cosas como nosotros les decimos, las cosas saldrán mejor o incluso perfectas. En esos momentos, los adultos y la sociedad no tienen bastante con las consecuencias naturales y añaden algo más en caso de desobediencia: los castigos.

 Nos pasamos la vida dando órdenes: «Nada más llegar del cole, deja la mochila en la habitación bien puesta, cámbiate los zapatos, lávate las manos, vete a merendar.»

Y así todo el día: «Cuando termines de cenar, lávate los dientes, haz pipí y a la cama» 

¿Y cuál es el resultado final? Una madre cansada de dar tantas órdenes que su casa parece un cuartel militar. Además también frustrada por tener que repetir constantemente lo mismo. Por último, la madre también tendrá cierta sensación de ser un ogro e incluso se podrá sentir decepcionada al pensar que no lo está haciendo bien.

Pero recuerda que los niños viven en su mundo infantil y muchas veces se pierden entre tantas órdenes. No es que nos quieran «sacar de nuestras casillas», es que no le danta tanta importancia como nosotros a este tipo de cosas.

¿Cúal es la solución para dejar de dan ordenes?

  • Explicarles por qué. Es verdad que es más rápido dar una orden que dar una explicación. Pero a la larga explicar es más efectivo. Además el entender el por qué de las cosas les enseña a razonar. «Si llegas a casa y te vas directo a merendar sin lavarte las manos, te meterás en la boca un montón de bichitos que tienes en tus manos sucias. Esos bichitos pueden hacer que te enfermes.»
  • Hazles partícipes de las consecuencias. En Disciplina Positiva abordamos en las reuniones familiares las consecuencias de comportamientos inadecuados para el funcionamiento de la familia.

¿Qué necesitamos hacer hacer al llegar a casa del colegio y qué sucede si no se hace? ¿Qué necesita la familia a la hora de acostarse? ¿Cómo nos comportamos cuando salimos a comer con amigos o a un restaurante? Todas las normas de la casa deben ser tratadas con todos los integrantes de la a familia mayores de 4 años.

Hasta los cuatro años los padres deben ser guías para los niños, aunque aconsejamos que se les vaya exponiendo a los dos principios básicos de arriba. Al igual que cuando les enseñamos los colores, ellos irán aprendiendo cómo comportarse a base de repetición e imitación lo que vean en su familia. A partir de 4 años ya pueden participar en la toma de decisiones. De esa manera estamos contribuyendo a que el niño adquiera habilidades sociales como la responsabilidad. Además se sentirá escuchado y más involucrado. Sentirá la pertenencia al clan familiar y por tanto acabará siendo más responsable a la hora de actuar.

  • Llega a acuerdos con ellos. A veces las cosas no tienen por qué ser ni blancas ni negras, pueden ser grises. Si previamente en las reuniones se ha pactado algo y no se está cumpliendo, solo deberemos hacer un recordatorio con tono neutro. Si es una situación nueva debemos validar la emoción del niño y decirle lo que en ese momento necesitamos que haga. Estos son algunos ejemplos:

«Entiendo que tienes muchísima hambre ahora, mientras preparo la merienda deja la mochila en tu habitación, por favor»

«Sé que en estos momento quieres ver la tele ¿recuerdas que había que hacer los deberes primero?»

«¿Te parece que busquemos juntos cuál es el mejor momento para salir con tus amigos?»

  • Haz preguntas abiertas. Las preguntas abiertas son aquellas que su respuesta no es ni ‘sí’ ni ‘no’). Cambia el «Haz esto» o «Tienes que» por preguntas que les hagan recordar las normas: «¿Cómo dijimos que se tenía que poner la mesa?, ¿Qué hacíamos después de llegar del cole a casa?». Aquí debemos tener cuidado con el tono que empleamos, pues puede sonar como recriminación.

Pretendemos generar entornos de seguridad para niños y adolescentes. Para las familias queremos propiciar un entorno de bienestar y paz.

Y para que puedas recordar estos tips de disciplina positiva, te dejo un descargable para que lo imprimas y lo tengas en casa a la vista.

Me llamo Julia Casal. Mi pasión es la infancia y la familia. Tengo formación en Coaching Transpersonal, Infanto Juvenil, PNL, Disciplina Positiva en todas sus modalidades (Familia, Aula, Pareja, Empresa, Infancia, EC), e Inteligencia Emocional. Además soy instructora de  Yoga para niños y familias.

Quiero formar parte de un cambio en la sociedad. Acompaño a familias en escuelas de padres, talleres, charlas y sesiones individuales. Quiero ser un altavoz para que se escuche y respete a los niños, sirviendo de guía y apoyo a sus familias. Mi deseo es transmitir mis conocimientos y ser luz en la crianza. También asesoro a emprendedoras y emprendedores que quieran cumplir sus sueños laborales. Juntos trazamos planes de desarrollo y les ayudo a cumplirlos.

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